El maestro

La vez que el maestro se convirtió en alumno

 
 
La vez que el maestro se convirtió en alumno

La vez que el maestro se convirtió en alumno

 La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
 

Alfredo Nateras Domínguez*

Roberto García Corona**

Se ha cumplido poco más de un año (marzo, 2020) de que el mundo fue sorprendido por una terrible pandemia que prevalece en nuestros días. Se sabe que todo comenzó en diciembre de 2019, en la ciudad de Wuhan, en la provincia de Hubei, China. La Ciudad de México no fue la excepción al sumarse México a los países alcanzados por dicha pandemia, a fínales del mes de febrero del 2020. El SARS-CoV-2, llegó a un mundo que no estaba preparado para él, mostrando todas las deficiencias neoliberales del sector salud a nivel local–mundial, desnudando crudamente las diferencias e injusticias sociales, entre los que pueden vivir una pandemia desde la comodidad de su casa y los demás, que a pesar de la situación deben salir para poder seguir sobreviviendo. También el coronavirus de una u otra forma impactó a todas las instituciones y ámbitos de la vida social, la economía, los gobiernos, la religión, la familia y la educación. Aún siguen sin cuantificarse los estragos por dicha circunstancia, en este sentido, la educación es una de las más trastocadas en forma y fondo, dejando en claro entre otras cosas la falta de preparación para manejar en muchos sentidos las tecnologías digitales.

BRECHAS DIGITALES. Dentro de este marco inesperado, la educación tuvo una muy severa afectación, debido a que corría plenamente el ciclo escolar 2019/2020, encontrándose más allá de la mitad de su duración. La Secretaria de Educación Pública (SEP), anunciaba en marzo del 2020, por medio de su entonces titular, Estebán Moctezuma, el adelanto de las vacaciones de Semana Santa, a partir del 20 de marzo y concluiría hasta el 20 de abril de ese año. Esta estrategia fue con la intención de evitar contagios y una medida precautoria para proteger a toda la población, esperando que durante ese mes vacacional, el contagio fuera el mínimo posible y no entrar en crisis sanitaria, sin embargo, hoy sabemos que a pesar de esos esfuerzos, México vivió su máxima oleada de contagios según la Secretaria de Salud entre el mes de diciembre de 2020 y principios de enero de este 2021. El periodo establecido de descanso terminó y tuvo que retomarse el quehacer académico para no perder el ciclo escolar, la única posibilidad de hacerlo fue mediante el uso de las tecnologías digitales, es decir, vía plataformas como, Google Hangouts, Zoom, Skype, Jitsi, Meet, entre otras, que ofrecían la posibilidad de realizar video–conferencias, que no es otra cosa más que: “el proceso de comunicación visual y auditiva bidireccional, que se realiza con las características de tiempo real y a distancia para establecer la conversación entre dos o más participantes mediante un dispositivo electrónico como son, computadoras, tablets, celulares, etc.".Mutua Horizontalidad. En ese contexto, de migrar de las clases presenciales a las virtuales, tomó de sorpresa a la comunidad estudiantil y profesores de todos los niveles tanto del sector público y privado: se vieron inmersos en esta dinámica de tomar y dar clases para salvar el ciclo escolar con estas herramientas y transitar a la virtualidad, exigía el uso de algunas de las plataformas anteriormente mencionadas, haciendo que muchos alumnos y profesores se tuvieran que adaptar lo más rápido posible a esta nueva forma escolar no presencial. Fue en este sentido, que poco a poco, se dejaron ver los atisbos de una gran brecha digital entre alumnos y, una gran parte de profesores, siendo estos los que estaban menos familiarizados con esta virtualidad, ya que casi todo el tiempo su conocimiento lo habían compartido e impartido de forma presencial y, ahora debido a las circunstancias, era nula esa posibilidad. De este modo y derivado de dichas circunstancias, el alumnado de manera solidaria y paciente empezó a fungir como el acompañante de experimentación de esa nueva realidad académica, así como el “profesor" del profesor. Le fue compartiendo sus saberes sobre el uso de las plataformas digitales, desde lo elemental, mencionarle: cómo se apaga el audio, se quita la cámara, se comparte una pantalla y hasta descargar archivos en línea por medio de links para compartirlos en clase. Esta conjugación e intercambio entre ambos actores se convirtió en una imagen de horizontalidad de la educación a distancia.

A pocos días de que se celebró el 15 de Mayo “día del maestro” en nuestro país, decretado en 1917, por el presidente Venustiano Carranza, se confirma que la educación ha sido y seguirá siendo el pilar fundamental del horizonte de presente y de futuro de un país, las dificultades que enfrenta la docencia por las circunstancias pandémicas actuales, son una oportunidad invaluable para la “imaginación educativa”, que se alimente del ímpetu de seguir aprendiendo, la actualización hacia esta forma de enseñanza a distancia será su fortaleza y generara -esperemos– grandes alternativas en la educación, aunque hay que decirlo fuerte y claro: la educación a distancia jamás sustituirá a la vivencia social de lo presencial. Este gran esfuerzo y responsabilidad de una gran parte de los profesores por aprender lo más rápido posible el uso de las plataformas, es tomada por los alumnos como una acción noble y no de vulnerabilidad, la convergencia actual de ambos actores sociales se basa en una reciprocidad donde el intercambio de aprendizaje es tal, que se asumen entre alumnos y profesores, maestros y aprendices, al mismo tiempo. Las clases en línea es el lugar donde ambos deben reflexionar sobre el papel que le toca a cada cual y que puede ir de un lado a otro sin actos presuntuosos de ambas partes.

En conclusión, podemos mencionar que todos los aconteceres, que trastocan a la cotidianidad, siempre serán el territorio donde se abra la oportunidad para expresar: ¿será el lugar tal vez en donde los patos le ayuden a las escopetas?

* Alfredo Nateras Domínguez, profesor–Investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana

** Roberto García Corona, estudiante de la licenciatura en Comunicación y Cultura de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México

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Sobre Pandemias

Sobre pandemias incontenibles: desapariciones y feminicidios

 
 
Sobre pandemias incontenibles: desapariciones y feminicidios

Sobre pandemias incontenibles: desapariciones y feminicidios

 La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy
 

Alfredo Nateras Domínguez*

Elizabeth Vidal**

La situación de violencia hacia las mujeres en nuestro país se torna cada vez más grave, realmente es indignante que diariamente desaparezcan en promedio cinco mujeres y sean asesinadas 10. Desde el año pasado (2020) con la declaración de la crisis sanitaria por el COVID-19, la situación se tornó particularmente difícil por su impacto respecto al aumento de las desapariciones y feminicidios. Durante los primeros meses del confinamiento, se observó que los distintos tipos de violencia incrementaron de manera considerable. Por lo que el tema de la violencia de género debe ser prioridad en la agenda gubernamental, pues la máxima expresión de esta, el feminicidio, es una pandemia que se ha extendido a lo largo de los años; realidad que debe dejar de ser silenciada y minimizada. Los feminicidios son la muerte violenta de mujeres por ser mujeres, se trata de un delito producto del sistema patriarcal–machista y que por muchos años se ha normalizado.

En temas de desaparición, cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas de la Comisión Nacional de Búsqueda, señalan que tan sólo hasta marzo de este año (2021) las mujeres desaparecidas eran 4,267 que forman parte de las y los más de 90 mil desaparecidas(os) que hay en el país, de acuerdo a lo expresado en las últimas protestas encabezadas por colectivos y personas que buscan algún familiar en el marco del Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, conmemorado el pasado 30 de agosto del 2021.

Por su parte, respecto a los feminicidios informes revelan que actualmente los estados con mayor incidencia son; el Estado de México, Veracruz, Ciudad de México, Puebla, Nuevo León, Jalisco, Baja California, Morelos y Oaxaca. Es preciso señalar que la exigencia porque los feminicidios no queden impunes, no es fortuita, las cifras oficiales señalan que durante el primer semestre del año pasado (2020) –enero a junio– se registraron en el país 2 mil 854 asesinatos de mujeres. De esos, sólo se iniciaron 704 carpetas por feminicidio, esto se debe a que las autoridades muchas veces realizan diligencias que resultan ineficientes, esto pese a que tienen la obligación de llevar a cabo las indagaciones correspondientes con perspectiva de género, sin embargo no lo hacen y caen en la omisión e impunidad en este delito. Actualmente, de acuerdo con el conteo del primer semestre del año 2021 (enero-junio) se contemplan 508 víctimas de feminicidio.

Cada una de las desapariciones y feminicidios que han sucedido en lo que va del 2021 y durante los años anteriores, han desatado la rabia e indignación de la sociedad en general, pero particularmente de las mujeres jóvenes, quienes han hecho el llamado a grandes movilizaciones en todo el país en distintas fechas. El confinamiento no ha sido impedimento para salir a las calles y exigir justicia por cada una de las mujeres que han sido asesinadas y por las miles que se encuentran en calidad de desaparecidas.

De todos los feminicidios lamentables y dolientes, han habido algunos que han tenido gran alcance a nivel mediático, por ejemplo, el caso de Danna de 16 años quien fue asesinada en Mexicali, el pasado 16 de agosto del 2020, y además se padece la revictimización, pues las declaraciones del fiscal general sobre la estética corporal de Danna, no fueron más que argumentos prejuiciosos y discriminatorios que intentaron justificar a los agresores e inculpar a la propia víctima de lo sucedido. Lo anterior es muestra del trato indolente por parte de las instituciones encargadas de llevar los casos de las mujeres asesinadas y sus familias. Lamentablemente esto se repite en la mayoría de las situaciones y son este tipo de declaraciones las que aumentan el descontento de familiares de víctimas, activistas, colectivos, asociaciones civiles y sociedad en general. Por lo anterior, la necesidad por protestar, realizar tomas simbólicas y demás acciones, resulta imperante, ya que a partir de estos actos se busca visibilizar esta realidad que vivimos, a través de pintas y consignas feministas, cruces, afiches de búsqueda de mujeres desaparecidas y pequeñas ofrendas en memoria de las víctimas de feminicidio; estas protestas multitudinarias se han enfrentado también a la represión por parte del gobierno.

Las desapariciones y los feminicidios son delitos que atentan contra los derechos humanos de las víctimas y sus familiares, dejando estados de miedo, dolor, incertidumbre y angustia persistente. Son las madres quienes se encuentran siempre al frente en cada movilización, han tenido que dejar familia, trabajo y toda una vida para comenzar el tortuoso camino de exigir justicia para sus hijas, que es tardía y parece ser omitida por el Estado. A lo anterior, le sumamos el hecho de que muchas veces son las propias madres quienes realizan las investigaciones para dar con el paradero de él o los agresores de sus hijas, todo esto con recursos propios, pues las autoridades muestran ineficiencia al no seguir los protocolos indicados y con ello retrasan los avances en las carpetas de investigación y omiten pruebas que son cruciales en los casos.

De este modo, hablar de las violencias familiar, acoso sexual, desapariciones y feminicidios, implica también mencionar que están circunscritas en contextos de desigualdad económica, social, problemas de inseguridad y corrupción por parte del Estado; mismos que agravan esta situación y aumentan las condiciones de vulnerabilidad. Por otra parte, las políticas públicas encargadas de erradicar y garantizar una vida libre de violencia para las mujeres han mostrado grandes fallas que inciden en no garantizar este derecho.

Es necesario visibilizar que esta pandemia de las desapariciones y los feminicidios, continua vigente y existe ya un hartazgo al respecto. Se trata de una problemática que nos ha rebasado y debe tener mayor relevancia en cuanto a su atención. Hacemos un llamado urgente por exigir un alto a los asesinatos de mujeres: no queremos ni una desaparecida ni asesinada más en este país.

*Profesor-Investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa  de la UAM

**Egresada de la licenciatura en Psicología Social de la Unidad Iztapalapa de la UAM

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Lo que el discurso

Lo que el discurso se llevó: precariedades e incertidumbres juveniles; el caso de la Red de Fábricas de Artes y Oficios (FAROS)

Benjamín González Pérez y Yojana Jautzin Melchor Campos están denunciados en las redes socio digitales por sus irregularidades financieras, corrupción, maltrato, prepotencia, autoritarismo y nepotismo

VOCES DE LA UAM

Alfredo Nateras Domínguez.

Alfredo Nateras Domínguez.

ALFREDO NATERAS DOMÍNGUEZ*

 

La nostalgia de los orígenes

Uno de los proyectos sociales, comunitarios y culturales más interesantes, innovadores e importantes –en su momento– del ahora Gobierno de la Ciudad de México (CDMX) –desde 1998, a la fecha, 2021– dirigido particularmente hacia las juventudes de barrios populares y de escasos recursos, ha sido la Red de Fábricas de Artes y Oficios (FAROS). Sin embargo, actualmente está en una situación de crisis muy fuerte y de legitimidad, extraviados en sus fines iniciales, ahogados en sus intereses partidistas–políticos (léase las tribus de MORENA) y muy alejados de atender los genuinos requerimientos de las comunidades, así como de garantizar el ejercicio pleno de los “derechos culturales” y de abonar para reconstruir “el tejido social y comunitario” muy desgarrado por las violencias estructurales y el crimen organizado, en las que se encuentran bastantes colonias, barrios y la comunidad en sí, de la CDMX.

La Red cuenta con varias sedes, a saber: Aragón, Azcapotzalco, Cosmos, Indios Verdes, Milpa Alta–Miacatlán, Oriente, Tecómitl y Tláhuac. El Director General de Vinculación Cultural Comunitaria de la Secretaria de Cultura de la CDMX es Benjamín González Pérez y Yojana Jautzin Melchor Campos es la responsable de la Red de Faros, ambos seriamente denunciados en las redes socio digitales por sus irregularidades financieras, corrupción, maltrato, prepotencia, autoritarismo y nepotismo –altos sueldos a familiares, amigos y parejas sentimentales que no cumplen con un perfil comunitario o cultural–, que contraviene flagrantemente el discurso y la narrativa en que fundamentalmente se sustenta la Cuarta Transformación (4T), que pregona cero corrupción y nada de nepotismo, entre otros valores del actual Gobierno Federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

Pongamos el asunto en perspectiva; después de más de 22 años de existencia, FAROS representa e implica, por una parte, una comunidad de artistas, creadores, talleristas y promotores sensibles y talentosos, construida y formada a partir de la intervención, el compromiso y el activismo cultural con una inclinación de izquierda, que especialmente a partir del año de 2019, al actual 2021, se encuentran en una situación de precariedad e incertidumbre económica; por rachas de falta de pagos o atrasos considerables, bajos salarios y más que nada por el reciente cambio de régimen, por honorarios al de becarios, es decir, como beneficiarios, lo cual implica, además de precariedad y explotación laboral, que no se les reconoce como Trabajadores de la Cultura ni como maestros, por lo que no tienen seguridad laboral, ni social, aguinaldo u otras prestaciones; por la otra parte, el 28 de enero de 2019, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, crea los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES), con una política pública, supuestamente en apoyo particular a las juventudes, a fin de construir una mejor sociedad como puntos de desarrollo. La cuestión es que su finalidad es demasiado similar a la de FAROS, en la que también se rigen bajo el concepto de becas–becarios donde entran docentes, talleristas, entre otros, es decir, se está en la total incertidumbre laboral, una especie de outsorcing disfrazado de promotores, donde el sueldo o el salario es un apoyo, es decir, no genera seguridad social.

Lo que el discurso se llevó

Quizás una de las grandes desilusiones de la comunidad artística–cultural en torno a los que trabajan en FAROS y PILARES –talleristas, creadores, promotores– es que los programas culturales que supuestamente beneficiarían a la comunidad en general y a las juventudes en particular, se los está llevando el viento, ya que cada vez están más alejados–descentrados tanto de sus requerimientos y necesidades como de desconocer e ignorar los saberes, los conocimientos, los quehaceres artísticos y culturales de las propias comunidades o barrios. De ahí que la idea de algunos directivos de “llevarles cultura” es francamente jerárquica, poco dialógica y nada de horizontalidad, en el entendido de como si la comunidad o el barrio no tuvieran ciertos conocimientos o saberes “culturales”. Así mismo, da la impresión –por los relatos anónimos de varios Trabajadores de la Cultura de FAROS y de PILARES– que se carece realmente de una planeación estratégica de presente, es decir, en el mediano-largo plazo, por lo que al parecer las actividades desempeñadas son meras ocurrencias –como por ejemplo, ir a apoyar las campañas de vacunación contra el COVID, sin previo aviso–; inventos o caprichos, sin realmente considerar a la comunidad –imponer determinados murales que censuran diversos graffitis en los barrios–; o en otras palabras más claras y precisas: lo que queda de FAROS y ahora PILARES, es que estos programas están siendo utilizados política y partidistamente –suponemos y deducimos por los hechos y evidencias– para la construcción y el abono de la candidatura presidencial de la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum –si no ¿cómo se puede explicar el hecho de que talleristas, promotores y creadores, se les obligó a aplicar encuestas para identificar la popularidad o el conocimiento que se tiene de la jefa de Gobierno?–.

Uno de los aspectos centrales del discurso y narrativa de esta 4T es que el nuevo gobierno supuestamente “es diferente” con respecto a los anteriores del período neoliberal, en lo que atañe también –se dice– a las políticas sociales y públicas dirigidas a las juventudes en situaciones de vulnerabilidad, abandono escolar y demás, aunque en los hechos, tal diferencia no pareciera tal, ya que dada la condición laboral en la que se encuentran las y los jóvenes talleristas, se les explota y coloca en una situación de extrema precariedad; se les utiliza políticamente como también lo hicieron los del período neoliberal. Queda realmente que la Secretaría de Cultura y la jefa de Gobierno escuchen y actúen en consecuencia para recuperar uno de los baluartes de las posturas de izquierda: la justicia y la dignidad ante la cultura social y comunitaria.

*Profesor–Investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la UAM

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Por la inclusión

Por la inclusión y el reconocimiento de las identidades juveniles divergentes

En este 2021 en México, tuvieron lugar dos sucesos coyunturales que han puesto en el debate la creciente participación e identificación del colectivo LGBT+

VOCES DE LA UAM

el investigador de la UAM, Alfredo Nateras Domínguez.

el investigador de la UAM, Alfredo Nateras Domínguez.

A más de un año y medio de iniciada la pandemia por Coronavirus, el mundo entero y en particular México, se han visto afectados por una serie de cambios en la vida cotidiana de sus ciudadanos, a esto se suman los distintos problemas sociales, económicos y políticos que se han recrudecido en todo este tiempo. En este sentido, las juventudes históricamente han sido un grupo social de los más desfavorecidos en tanto se enfrentan a múltiples precariedades, desigualdades y violencias.

La pandemia nos ha dejado entrever el incremento de las dificultades que tienen las y los jóvenes para hacer frente a dichas situaciones, entre ellas, la falta de oportunidades laborales dignas, el acceso a la educación, no contar con un espacio adecuado para tomar clases en línea, haber dejado de estudiar por falta de ingresos, las violencias que sufren por parte de grupos delictivos, no contar con los recursos tecnológicos y acceso a servicios de internet, así como la discriminación que sufren por determinados atributos y rasgos físicos, o por pertenecer a grupos indígenas o bien por su adscripción identitaria, orientación o preferencia sexual no heterosexual. A pesar de todo esto, las juventudes han creado estrategias, a fin de poder tener una capacidad de agencia y así buscar enfrentar y superar estas condiciones que los atraviesan y configuran.

En este 2021 en México, tuvieron lugar dos sucesos coyunturales que han puesto en el debate la creciente participación e identificación del colectivo LGBT+, el primero de ellos corresponde a la ocupación de cargos y puestos políticos por integrantes de dicho colectivo. El pasado 06 de junio 2021 se llevaron a cabo en nuestro país las elecciones más grandes en la historia, aproximadamente 95 millones de mexicanos acudieron a ejercer su derecho al voto. Con un evento de tal magnitud resulta necesario vincular la presencia de la diversidad sexual en la esfera política pues dicho proceso electoral resultó ser el más incluyente de las últimas décadas, esto debido a que el Instituto Nacional Electoral (INE) iniciara una campaña para que los grupos minoritarios tengan mayor incidencia, por lo que se registraron una gran cantidad de candidaturas de personas abiertamente homosexuales y transexuales de las cuales se lograron ganar algunos cargos de elección popular de los 21,000 que se encontraban en disputa, por lo que se espera que ahora se pueda dar mejor atención y respuesta a las exigencias del sector al que representan, destaca también que en su mayoría las y los candidatos se encontraban anteriormente luchando desde el activismo por los derechos de la comunidad LGBT+.

El segundo evento, ocurrió el sábado 28 de junio del 2021. En su XLIII edición, la Marcha del Orgullo LGBTTTI+ de la Ciudad de México logró seguir como una de las conmemoraciones más importantes no sólo en el país, sino en América Latina. Desde hace 43 años. la Ciudad de México (CDMX), ha sido sede de la marcha de la diversidad sexual en la cual personas y colectivos de la comunidad LGTB+ toman las calles como una forma de resistencia y visibilidad para exigir el cumplimiento de sus derechos, condiciones de igualdad y respeto en todos los sectores, garantizar sus libertades y sobre todo, frenar la violencia –homofóbica/de odio– y la discriminación. A pesar de encontrarnos aún en medio de una crisis sanitaria, la marcha recurrió a plataformas digitales y virtuales para seguir haciéndose presente y recordar que nos encontramos en un momento donde es importante seguir manifestándose, ocupar estos espacios y no permitir un retroceso. Bajo esa lógica, este año se buscó exigir el alto a los crímenes de odio y violencia cometida por tener cierta orientación sexual o identidad de género no hegemónica, así como el reconocimiento de las infancias trans.

La apuesta por la inclusión

En las últimas semanas, diversos acontecimientos nos han llevado nuevamente a mirar la importancia de las identidades juveniles, así como de la inclusión para que se les reconozca más allá de códigos y categorías establecidas social y culturalmente, que en muchas ocasiones han vislumbrado que desafortunadamente nuestra sociedad –muy conservadora, gudalupana y clerical– aún no se encuentra encaminada a respetar y aceptar que la diversidad sexual y de género existe.

No sólo nos encontramos en un proceso de crisis y cambio a causa de esta pandemia, sino en un momento donde es importante cuestionar nuestras formas de vincularnos, apostar por una inclusión más allá del lenguaje, superar nuestras diferencias como integrantes de un colectivo y que cada quien desde sus trincheras pueda empezar a realizar un ejercicio de reflexión sobre la manera en que pueda comenzar a dar estos significativos avances, a fin de encaminarnos en conjunto a una transformación social sería, profunda y con perspectiva de horizonte de futuro.

Alzar la voz y la lucha de la comunidad LGBT+, no deberían ser de un solo día al año, sino todo el tiempo y aunque es importante la representatividad que se está logrando en la política, se desconoce cuáles son los impactos que se tendrán en el desarrollo democrático. Lo que es una realidad irrefutable es que se tiene que seguir buscando el cumplimiento de los derechos humanos de las personas pertenecientes a la comunidad de la diversidad sexual y que como lo dijo el lema de la marcha de este año: “Frente al desamparo: Resistencia y unidad. Lo radical es la empatía”.

Esto es clave, máxime por el avance de la ultraderecha neoliberal, clerical y partidista, en México y América Latina, que no tolera –porque no entienden y menos comprenden– que la diversidad no sólo se juega en los terrenos de las orientaciones sexuales, sino también en lo que corresponde a lo social, lo cultural y al rediseño de las estéticas corporales no convencionales ni heteronormativas, sino trans, en toda la extensión de la palabra.

*Profesor-Investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana– Iztapalapa (UAM–I).

** Egresado de la licenciatura en Psicología Social, UAM–I.

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