Lo que el discurso

Lo que el discurso se llevó: precariedades e incertidumbres juveniles; el caso de la Red de Fábricas de Artes y Oficios (FAROS)

Benjamín González Pérez y Yojana Jautzin Melchor Campos están denunciados en las redes socio digitales por sus irregularidades financieras, corrupción, maltrato, prepotencia, autoritarismo y nepotismo

VOCES DE LA UAM

Alfredo Nateras Domínguez.

Alfredo Nateras Domínguez.

ALFREDO NATERAS DOMÍNGUEZ*

 

La nostalgia de los orígenes

Uno de los proyectos sociales, comunitarios y culturales más interesantes, innovadores e importantes –en su momento– del ahora Gobierno de la Ciudad de México (CDMX) –desde 1998, a la fecha, 2021– dirigido particularmente hacia las juventudes de barrios populares y de escasos recursos, ha sido la Red de Fábricas de Artes y Oficios (FAROS). Sin embargo, actualmente está en una situación de crisis muy fuerte y de legitimidad, extraviados en sus fines iniciales, ahogados en sus intereses partidistas–políticos (léase las tribus de MORENA) y muy alejados de atender los genuinos requerimientos de las comunidades, así como de garantizar el ejercicio pleno de los “derechos culturales” y de abonar para reconstruir “el tejido social y comunitario” muy desgarrado por las violencias estructurales y el crimen organizado, en las que se encuentran bastantes colonias, barrios y la comunidad en sí, de la CDMX.

La Red cuenta con varias sedes, a saber: Aragón, Azcapotzalco, Cosmos, Indios Verdes, Milpa Alta–Miacatlán, Oriente, Tecómitl y Tláhuac. El Director General de Vinculación Cultural Comunitaria de la Secretaria de Cultura de la CDMX es Benjamín González Pérez y Yojana Jautzin Melchor Campos es la responsable de la Red de Faros, ambos seriamente denunciados en las redes socio digitales por sus irregularidades financieras, corrupción, maltrato, prepotencia, autoritarismo y nepotismo –altos sueldos a familiares, amigos y parejas sentimentales que no cumplen con un perfil comunitario o cultural–, que contraviene flagrantemente el discurso y la narrativa en que fundamentalmente se sustenta la Cuarta Transformación (4T), que pregona cero corrupción y nada de nepotismo, entre otros valores del actual Gobierno Federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

Pongamos el asunto en perspectiva; después de más de 22 años de existencia, FAROS representa e implica, por una parte, una comunidad de artistas, creadores, talleristas y promotores sensibles y talentosos, construida y formada a partir de la intervención, el compromiso y el activismo cultural con una inclinación de izquierda, que especialmente a partir del año de 2019, al actual 2021, se encuentran en una situación de precariedad e incertidumbre económica; por rachas de falta de pagos o atrasos considerables, bajos salarios y más que nada por el reciente cambio de régimen, por honorarios al de becarios, es decir, como beneficiarios, lo cual implica, además de precariedad y explotación laboral, que no se les reconoce como Trabajadores de la Cultura ni como maestros, por lo que no tienen seguridad laboral, ni social, aguinaldo u otras prestaciones; por la otra parte, el 28 de enero de 2019, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, crea los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES), con una política pública, supuestamente en apoyo particular a las juventudes, a fin de construir una mejor sociedad como puntos de desarrollo. La cuestión es que su finalidad es demasiado similar a la de FAROS, en la que también se rigen bajo el concepto de becas–becarios donde entran docentes, talleristas, entre otros, es decir, se está en la total incertidumbre laboral, una especie de outsorcing disfrazado de promotores, donde el sueldo o el salario es un apoyo, es decir, no genera seguridad social.

Lo que el discurso se llevó

Quizás una de las grandes desilusiones de la comunidad artística–cultural en torno a los que trabajan en FAROS y PILARES –talleristas, creadores, promotores– es que los programas culturales que supuestamente beneficiarían a la comunidad en general y a las juventudes en particular, se los está llevando el viento, ya que cada vez están más alejados–descentrados tanto de sus requerimientos y necesidades como de desconocer e ignorar los saberes, los conocimientos, los quehaceres artísticos y culturales de las propias comunidades o barrios. De ahí que la idea de algunos directivos de “llevarles cultura” es francamente jerárquica, poco dialógica y nada de horizontalidad, en el entendido de como si la comunidad o el barrio no tuvieran ciertos conocimientos o saberes “culturales”. Así mismo, da la impresión –por los relatos anónimos de varios Trabajadores de la Cultura de FAROS y de PILARES– que se carece realmente de una planeación estratégica de presente, es decir, en el mediano-largo plazo, por lo que al parecer las actividades desempeñadas son meras ocurrencias –como por ejemplo, ir a apoyar las campañas de vacunación contra el COVID, sin previo aviso–; inventos o caprichos, sin realmente considerar a la comunidad –imponer determinados murales que censuran diversos graffitis en los barrios–; o en otras palabras más claras y precisas: lo que queda de FAROS y ahora PILARES, es que estos programas están siendo utilizados política y partidistamente –suponemos y deducimos por los hechos y evidencias– para la construcción y el abono de la candidatura presidencial de la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum –si no ¿cómo se puede explicar el hecho de que talleristas, promotores y creadores, se les obligó a aplicar encuestas para identificar la popularidad o el conocimiento que se tiene de la jefa de Gobierno?–.

Uno de los aspectos centrales del discurso y narrativa de esta 4T es que el nuevo gobierno supuestamente “es diferente” con respecto a los anteriores del período neoliberal, en lo que atañe también –se dice– a las políticas sociales y públicas dirigidas a las juventudes en situaciones de vulnerabilidad, abandono escolar y demás, aunque en los hechos, tal diferencia no pareciera tal, ya que dada la condición laboral en la que se encuentran las y los jóvenes talleristas, se les explota y coloca en una situación de extrema precariedad; se les utiliza políticamente como también lo hicieron los del período neoliberal. Queda realmente que la Secretaría de Cultura y la jefa de Gobierno escuchen y actúen en consecuencia para recuperar uno de los baluartes de las posturas de izquierda: la justicia y la dignidad ante la cultura social y comunitaria.

*Profesor–Investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la UAM


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